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Muchacho
loco: cuando me miras
con disimulo, de arriba a abajo,
siento que arrancas tiras y tiras
de mi refajo.
Muchacho cuerdo: cuando me tocas
como al descuido la mano, a veces,
siento que creces
y que en la carne te sobran bocas.
Y yo tan seria, tan formalita,
tan buena joven, tan señorita,
para ocultarte también mi sed
te hablo de libros que no leemos,
de cosas tristes, del mar con remos;
te digo: usted...
Por que este es un lugar al que siempre vuelvo….
Vuelvo de vez en cuando…
cuando el corazón palpita doliendo
cuando el murmullo se hace ruido
o cuando se me hace dificil
seguir llevando calzado…
Vuelvo a tientas
siempre medio a ciegas
hasta que voy recordando
caminos y senderos
de musgo tapados…
Me guían sabores
texturas, colores,
me guía el olfato
o algún aullido lejano…
Vuelvo de vez en cuando
y puedo entonces
parir con mis manos…

Quizás la felicidad se encuentra en descubrir lo verde de las hojas
tiernas, o en la tierra lejana de los niños, en las menudas gotas del
rocío, o en el azul sencillo de las olas. En disfrutar, sin conocer su
nombre, la enigmática estrella más brillante, en fatigar la vista de
montañas, capturar blancas nubes sin saber que son nimbos, dominar el
lenguaje de las palmas, el silencio del lago, estrenar cada día la
sonrisa. En jugar con palomas, en amar sin preguntas, en cegar toda
fuente sin agua y en quemar toda higuera sin fruto. Puede estar en el
vuelo preciso de las golondrinas o en la nieve brillante, ¡sobre todo en
la nieve…!
He perdido. Consumir todo el tiempo en nominar las cosas para
descubrir que el idioma es tan sólo un intento, que el amanecer no se
llama amanecer, sino fuego agradable; y el viento, desorden del pelo; y
la orquídea, colores. Disfrutar sin saber adjetivos, sin conocer el
paralelo exacto donde se encuentra la isla de los peces encantados.
¿Acaso el horizonte es horizonte? Nueve letras sin formas, o con ellas,
que nunca nos dirán si es verde, triste, arenoso…?
No hables, el beso carece de belleza desde el momento mismo en que lo
nombras. He perdido. ¡Tanta filosofía loca! Libros enormes para citar en
el preciso instante, leyes en detalle…Y ahora descubro que he perdido:
¡la felicidad no admite que la nombren!